Written by 17:00 La Tragedia

El último café

La rutina cada mañana comenzaba con prender primero la fragua

La mañana del 19 de junio, el frio en la mina era intenso el nuevo turno unos mil trabajadores subían por las jaulas a sus lugares de trabajo pensando en algo caliente para tomar un café antes de comenzar la jornada de trabajo. La empresa dejaba que los alimentos se tomaran en la postura. Para ellos se usaban estufas eléctricas para calentar el agua. Esto mismo ocurría en la fragua nivel Teniente 1, ubicada en uno de los portales de acceso a la mina.  En este lugar existían dos galpones y mesones de trabajo donde se reparaban los carros metaleros. La rutina cada mañana comenzaba con prender primero la fragua que servía tanto para calentarse como para calentar fierros útil para estas reparaciones, mientras se tomaba algo caliente.     

Estaban en esta primera postura de la mañana cuando se siente olor a humo y el grito de ¡fuego!.  

La tragedia se originó debido al incendio de la fragua, en el nivel Teniente 1. En esta fragua existía un recubrimiento en el techo llamado rubberoil (rubber= goma y oil=aceite) que se usaba en invierno para cubrir el techo y protegerse así del frio del viento y la nieve. Al prenderse la fragua necesaria para trabajar con fierros, se puso a calentar ese día, arriba de la fragua un tarro de aceite que debía usarse para aceitar carros metaleros y que por condiciones del frio que hacia esa mañana el aceite congelado al calentarse exploto, lo mismo con el aire comprimido usado para avivar la fragua que también estaba congelado ambos episodios produjeron un incendio que rápidamente hizo prender el rubberoil y el enmaderado desprendiendo monóxido de carbono. Incendio que se propago por la mina, debido a las condiciones de ventilación existentes en esa época en El Teniente, asfixiando a 355 mineros. La mayor parte de los muertos se encontró en socavones y piques que se llenaron de gas monóxido de carbono. Algunos mineros se salvaron abriendo las llaves de aire comprimido de las redes de la mina, y otros evacuando por el sector Fortuna, ya abandonado en ese entonces. Carbono, que con la ayuda del aire que absorbía desde afuera se propagó mortalmente. Los hombres que aún no habían terminado de evacuar y que eran alcanzados por este ambiente caían adormecidos por una negra neblina envolvente que, una vez inspirada, no devolvía la expiración, dejando sofocadas a sus víctimas. Era un turno de más de 1.000 operarios.

El humo pudo ser visto por detrás de la mina y las puertas de acero existentes salían expedidas por la fuerza de la corriente de aire enrarecido. Los hombres trataron de combatir el incendio con mangueras que bajaron por el exterior de la mina, desde Teniente C, pero el calor evaporaba casi de inmediato el agua. Todo quedó completamente carbonizado. El siniestro fue controlado sólo en la tarde, pero al entrar todo permanecía candente. Entonces se inició el rescate por cuadrillas integradas por sólo aquellos que conocían la mina, con camillas en busca de sobrevivientes y fallecidos. La tarea duró toda la noche. A medida que se encontraba a los que habían perdido el conocimiento se los reanimaba, mientras otros habían muerto asfixiados. La orden fue registrar cada rincón para localizarlos a todos, lo que sólo se cumplió al cuarto día.

Recopilación Libro “El Teniente Los Hombres del Mineral” 1945 – 1995 tomo II, María Celia Baros Mansilla, Capitulo I “El Humo”

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